lunes, 9 de junio de 2014

El Mexican moment es una mentira.

Sofocón


Luiz Inacio Lula da Silva no ocupa cargo alguno en el gobierno de Brasil, así que sus opiniones son personales. Sin embargo, tienen peso en el ámbito internacional. Alguna vez Obama dijo que Lula era el presidente más popular del mundo. Inopinadamente el brasileño le dio un sofocón a Peña Nieto. Y eso que fue su invitado cuando echó a andar la Cruzada contra el Hambre, en Chiapas, y, según trascendió, Lula cobró fuerte por su asistencia y breve discurso. No es nada oculto: una firma de relaciones públicas administra las presentaciones y conferencias a las que es invitado. Pero, ¿y el sofocón qué? Lula anda en campaña en su país, no porque busque promover su candidatura en la siguiente elección, sino porque le está ayudando a su pupila, Dilma Rousseff. Ella anda volando bajo, la Copa Mundial se ha convertido en un dolor de cabeza. Bueno, ¿pero el sofocón?

Una mentira

Con frecuencia se hacen comparaciones de México y Brasil. Para Lula, el Mexican moment es una mentira. ‘Todos los indicadores mexicanos son peores a los de Brasil, y lo que se hace en materia energética sucedió en nuestro país hace 20 años. México fue presentado como la gran novedad del siglo XXI, y que estaba mejor que Brasil (...) pero me fui a enterar y todo es peor que acá. No hay ningún indicador comparable a los nuestros”, dijo Lula, muy claridoso, durante un seminario en Porto Alegre. Quiero que México crezca, pero es una mentira. Lo que hacen mejor, nosotros ya lo hicimos con Petrobras. ¡Ouch!


¿Dónde está el dinero?

El fin de semana el Banco de México bajó la tasa de interés a 3 por ciento. Según Reuters, es el nivel más bajo que ha tenido en la historia. El libro de cabecera de los economistas dice que cuando se quiere estimular la economía hay que bajar la tasa de interés. Se supone que inducen a los bancos a que baje el costo del financiamiento a sus clientes –tarjetas, hipotecas, préstamos personales. Sin embargo, esto nunca ha sucedido así en México. Habrá que ver dónde se experimentan los efectos benéficos de la decisión del banco central. Los gurús de la reivista The Economist no la ven fácil. Opinan quelos inversionistas deberán ahora prepararse para más revisiones a la baja de las predicciones de crecimiento para 2014. Agrega: “ The Economist ha preguntado a empresarios dentro y fuera de la ciudad de México si han percibido de alguna forma el aumento en el gasto gubernamental. La respuesta es un rotundo ‘no’. Algunos creen que el dinero está siendo retenido a modo de extorsión por parte del gobierno para obtener apoyo para la reforma energética. Otros, más benévolos, dicen que se está deteniendo el gasto para no herir las susceptibilidades de los partidos de oposición antes de que voten las reformas. Cualquiera que sea el cálculo político, la lógica económica está clara: habiendo acumulado muchísimo dinero por la vía de impuestos, como parte de la reforma fiscal del año pasado, el dinero necesita ser gastado para evitar el estrangulamiento de la economía. Los mexicanos y las mexicanas deben estar esperando que tan pronto como se apruebe la reforma energética (con suerte para finales de este mes) habrá una bonanza de proyectos públicos. Si no, únicamente crecerá el pesimismo sobre la habilidad del gobierno de manejar la economía”. ¡Ouch! ¡Ouch!

35 millones de dólares para el campeón


La Copa Mundial de futbol es el evento deportivo más visto del mundo. De acuerdo con la agencia Bloomberg, el Mundial de 2010 en Sudáfrica se transmitió en todos y cada uno de los países y territorios del planeta, incluyendo la Antártida y el Círculo Ártico. Lo vieron 3 mil 200 millones de personas, lo que significa 46.4 por ciento de la población del mundo. Desde el primer Mundial, en 1930, más de 34 millones de fanáticos han asistido a 772 partidos. En Brasil competirán 32 equipos en 64 partidos, cada uno de los cuales recibirá al menos 8 millones de dólares, y el equipo ganador se llevará a casa 35 millones de dólares. Alemania ha prometido a sus 23 jugadores un bono de 407 mil dólares por jugar. Eso sin contar los ingresos que reciben de sus clubes o las federaciones de su país, la publicidad comercial y el patrocinio de marcas.

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