Aldo Gutiérrez Solano está tendido en una cama de hospital desde hace seis meses, en un coma profundo.
Él puede respirar por sí solo, pero sigue inconsciente desde la noche del 26 de septiembre de 2014. Su cerebro sigue infartado, neurológicamente está igual, explica su hermano mayor, quien pide ocultar su nombre por razones de seguridad.
En Iguala, durante los ataques en contra de normalistas, Aldo fue el primero en caer, eran alrededor de las 22 horas. Se desplomó en la calle cuando una bala de la policía le atravesó la cabeza. Entró de izquierda a derecha, arriba de la sien, y salió. Cruzó la bala, cruzó. Su hermano respira profundo, se sobrepone a su propio silencio y remarca: “cruzó…”.
El muchacho, de 19 años y cuerpo atlético, quedó tendido en el pavimento. Sus compañeros querían ayudarlo y las descargas de los policías les impedían acercarse. ¡Ya le dieron a uno!, gritó entonces otro estudiante, quien ha pedido se le nombre Ernesto Guerrero Cano. Estaba a su lado, recuerda la impotencia de ver a su amigo tendido y las llamadas desesperadas para pedir una ambulancia. Cuando por fin llegó una de la Cruz Roja, relata, los policías –algunos municipales y otros mejor equipados– no permitían a los paramédicos acercarse al herido.
Seis meses después, su hermano lo cuida en el hospital de Neurología, en la capital del país, y no puede dejar de pensar en las horas que pudieron cambiar su destino. ¿Por qué no lo atendieron? (en Iguala) ¿Por qué lo dejaron tanto tiempo tirado en el suelo cuando necesitaba atención en ese instante? Estuvo aproximadamente dos horas tirado en el piso, ¿por qué la ambulancia llegó tan tarde?
El tiempo, tan valioso para Aldo, parecía no importarles a las autoridades. Su familia logró llegar al Hospital General de esa ciudad entre las siete y las ocho de la mañana del día 27, es decir, nueve a 10 horas después del balazo, “y todavía no lo habían ingresado en terapia intensiva, estaba en un cuarto normal.
En ese sitio mi hermano no estaba en las condiciones necesarias. Había un neurólogo pero sólo iba los fines de semana, y ¿si empeoraba en la semana?
Ante la deficiente atención, la familia Gutiérrez Solano pedía que lo llevaran a la capital, pero nos decían que las condiciones no lo permitían, que no podían trasladarlo por helicóptero ni por ambulancia porque posiblemente le afectaría el viaje, añadió.