Mi nombre es Julio Pisanty Alatorre. Soy
 médico, y actualmente estoy por terminar el Internado Médico de 
Pregrado en un hospital público en la Ciudad de México. El día viernes, 
mientras revisaba a una mujer embarazada, me habló un amigo para 
informarme que, al parecer, soy uno de los once “anarquistas” más 
peligrosos de la ciudad. Así, por lo menos, dice un artículo publicado 
en el periódico Reforma, y replicado en otros medios, supuestamente 
basado en un informe realizado por el gobierno del Distrito Federal.
La noticia me tomó por sorpresa. No pude
 más que preguntarme: ¿será que sí soy peligroso? Evidentemente, es 
falso que mi “peligrosidad” radique en mi “grado de violencia y 
participación constante en las manifestaciones que terminan en actos 
vandálicos” (como dice el afamado diario). Lo que de mí se dice –salvo 
que estudio en la Facultad de Medicina– es pura y llana mentira. El 
absurdo se hace tanto más evidente cuanto que la dinámica actual de mi 
formación profesional no me permite “la participación constante en las 
manifestaciones”
Surge, entonces, una nueva duda: ¿por qué soy peligroso?