Conoce el proyecto Normalista de Ayotzinapa y porqué ha incomodado siempre al poder político y al narco en México
Un ultimátum vencido
Hoy, luego de haber vencido el ultimátum que tanto familiares como estudiantes dieron al gobierno estatal para encontrar a los 47 estudiantes detenidos desaparecidos en la violenta y cruel represión en Iguala, Guerrero, permanece como una tesis cada vez más fuerte que los cuerpos encontrados en 6 fosas comunes pertenecerían al menos a un grupo de dichos estudiantes detenidos desaparecidos, haciendo cada vez más frágil la sentida y justiciera consigna de “vivos se los llevaron, vivos los queremos”. Mientras tanto, la demora en la entrega de los resultados de ADN (que va a tardar entre 15 días a 2 meses) y la información errática en los medios (los cuales muchos han afirmado como cierto lo que es hasta ahora solo una tesis), hace la situación aun mas difícil para los que están pasando por el doloroso momento de esperar encontrar a sus compañeros y familiares.
Por lo mismo, y ante la falta de respuesta y certeza es que los estudiantes normalistas han decidido radicalizar la lucha, como asimismo es que se ha convocado a una marcha a nivel nacional en México, fechada para el miercoles 8, para solidarizar con los compañeros estudiantes asesinados y desaparecidos.
Un proyecto que se ataca y se reprime
Del mismo modo, son pocos los medios que reparan en el proyecto de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, y que permitiría entender el por qué de los ataques y de la represión que han sufrido no excepcionalmente ahora, sino que sistemáticamente.
La Escuela Normal Rural de Ayotzinapa es un modelo de educación popular, autogestionada, horizontal y consciente que es digna de admirar. Tiene sus orígenes en un proyecto gubernamental de Lázaro Cárdenas en los años 20 del siglo pasado, que tenía como finalidad masificar la educación mediante la creación de escuelas normales que permitieran formar profesores rurales. Es así que en 1926 se funda Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos (que es su nombre oficial), la cual se ha mantenido, a pesar de una serie de hechos y procesos históricos de por medio, en un verdadero gesto de resistencia hasta el día de hoy.
Constantemente atacada por el abierto carácter combativo y los altos niveles de conciencia política de sus estudiantes, la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa ha tenido que enfrentar tanto la represión como la indiferencia de las autoridades. De la segunda forma de agresión, llevada a cabo principalmente negando el financiamiento, es que los estudiantes normalistas han desarrollado formas de autogestión, en donde ellos son protagonistas de la obtención de fondos para los gastos de la escuela y manutención personal. Siembran, cosechan y crían animales para poder financiarse, así como también realizan colectas con los mismos fines.
También, y en ese mismo sentido, anualmente realizan un pliego a las autoridades en donde normalmente se exige mejoras académicas (ej. más profesores) como un mejor financiamiento desde el estado (que es mínimo).
Una ética y una práxis política
Sin embargo, lo más interesante en este proyecto que es la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa es que hay un discurso político que se pone en práctica día a día. Existe fraternidad y horizontalidad entre los integrantes. Del mismo modo se buscan formar como profesores no tan solo como una forma de mejoramiento profesional individual, sino principalmente como una forma de contribuir a la transformación de la sociedad en la que viven. Es por ello que definen su educación como una forma de educación popular (que desafía al poder y a la estructura económica imperante), en donde además participan activamente en la gestión y en el proceso educativo.
Del mismo modo, alternan la formación pedagógica con la formación política, pues ellos se ven y se proyectan como agentes de cambio, y a su escuela como germen de un proyecto revolucionario. Formación política que sin embargo es principalmente canalizada en la práxis, en llevar a cabo una forma de relacionarse y de realizar las distintas tareas.
Mas allá de los murales y las múltiples consignas que pueblan la escuela, lo más revolucionario, lo más subversivo que se puede apreciar es como ellos mismos llevan a cabo sus vidas, la gestión de su espacio y la formación tanto personal como profesional, destinados a crear un mundo nuevo y un hombre nuevo.