La lucha armada en México es una “necesidad ineludible”. Ésta es la misma convicción que, asegura, asumió en 1964 como Unión del Pueblo, luego PROCUP y actualmente PDPR-EPR. Su objetivo no ha cambiado: el triunfo de la revolución socialista basado en el marxismo leninismo y en una vanguardia revolucionaria que tome el poder. Afirma que no ha sufrido desprendimientos, aunque reconoce una “crisis partidaria” que concluyó en 2000 y que menguó en cantidad sus fuerzas. No obstante, considera que la organización se fortaleció “cualitativamente”. Indica que el “culto al espontaneísmo” llevó a la APPO a la derrota, pues lo que debió hacerse entonces era “organizar sistemáticamente la autodefensa armada de las masas”. Considera que los indígenas no son los más oprimidos y que detrás de las banderas de autonomía puede estar el imperialismo. Se reserva la aplicación de la “justicia popular” y acciones político-militares para demandar la presentación de sus militantes desaparecidos
“Son ya casi 50 años de lucha congruente y
firme, de convicción revolucionaria reivindicando las necesidades
históricas del pueblo oprimido y explotado”, dice el Comité Central del
Partido Democrático Popular Revolucionario (PDPR)-Comandancia General
del Ejército Popular Revolucionario (EPR) a Contralínea.
En entrevista, el EPR reivindica ser una
evolución de la Unión del Pueblo (UP), que luego se denominó Partido
Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP). No se
refiere ya al Partido de los Pobres (PDLP), de Lucio Cabañas, y cuya
sigla acompañó a la del PROCUP en la década de 1980 y hasta mediados de
la de 1990: PROCUP-PDLP.
El máximo órgano directivo del EPR
asegura que nació en 1964, a diferencia de lo que han señalado estudios
académicos y otras organizaciones guerrilleras, quienes ubican la
fundación de la UP entre 1970 y 1972. Con la fecha ofrecida por el EPR,
la organización se sitúa como la decana del movimiento guerrillero en
México. Incluso, antes del ataque al Cuartel de Madera, Chihuahua,
realizado en 1965 por los guerrilleros comandados por Arturo Gámiz.
La guerrilla con estructuras en al menos
11 estados de la República no reconoce haber sufrido desprendimiento
alguno. Mucho menos, padecer una diáspora. Propaganda del régimen,
considerar a las siglas ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo
Insurgente), FARP (Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo), CCP-CJ28
(Comité Clandestino de los Pobres-Comando Justiciero 28 de Junio),
MRLCB (Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos) o, entre
otras más, TDR-EP (Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del
Pueblo) como desprendimientos de la estructura eperrista. Lo que ha
ocurrido, asegura, es una depuración.
“Ni antes ni después ha habido
desprendimiento alguno”. Dice que lo vivido entre 1997 y 2000 fue un
proceso de “depuración” en el que hubo expulsiones, autoexpulsiones,
retiros y deserciones. También señala que durante esos años el EPR
padeció una crisis de seguridad, atribuible a la falta de disciplina de
quienes se fueron.
Al respecto, explica que los que se
marcharon “tienen una concepción y metodología muy distinta a la
establecida en nuestra estrategia y táctica general de la revolución. En
esa práctica hubo un distanciamiento gradual de los principios
generales para hacer y dirigir la revolución, hasta llegar el momento de
ser insostenible su pertenencia al Partido al seguir manteniendo de
palabra una estrategia y táctica que no sustentaban en la práctica”.
Considera que muchos eran infiltrados oportunistas o individuos con
pensamiento burgués.
Rechaza que con la crisis, a la que
también llama “de dirección”, la organización se haya debilitado. Aunque
se mermaron en número las fuerzas de la revolución, el movimiento
guerrillero se fortaleció cualitativamente.