jueves, 12 de marzo de 2015

Ayotzinapa en el mayab legendario



Si la represión sobre los jóvenes estudiantes el 2 de octubre de 1968, fue un parte aguas en la historia contemporánea de Méjico, también lo ha sido la desaparición, hasta la fecha, de los 43 futuros profesores normalistas de Ayotzinapa, Guerrero; tan es así que a diferencia de aquella vez, hoy la respuesta en Yucatán ha sido muy diferente: de apoyo hacia los padres de los muchachos.
    Basta mencionar tres relucientes botones que muestran este despertar de los yucatecos en torno a la solidaridad ante las injusticias contra el pueblo: uno entre jóvenes estudiantes de una universidad particular: la Universidad Valladolid Yucatán; otro del taller literario Zedik, coordinado por el poeta, maestro y amigo Francisco Lope Ávila; y uno más de una revista editada en un municipio yucateco, Dzidzantún: Ecos de la Costa, publicada por el ingeniero, escritor y editor Lorenzo Cohuó Kú.
    A poco tiempo de los penosos sucesos de Ayotzinapa, los estudiantes yucatecos empezaron a sensibilizarse y solidarizarse en la península. Una de las primeras acciones solidarias entre los estudiantes, que llamó la atención, provino de una universidad que no era la pública Universidad Autónoma de Yucatán, sino de fuera de Mérida: la Universidad Valladolid Yucatán (UVY); pero más significativo fue que se trataba de una escuela de estudios superiores particular, cuando existen dos universidades públicas más en esa ciudad: la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), y la Universidad de Oriente (UNO).
    En este escenario surrealista de sucesos inesperados o fuera de lógica, poco tiempo después de la marcha solidaria de los estudiantes de la UVY, alumnos de, ahora sí, la Universidad de Oriente (UNO), realizaron una marcha de protesta pero no contra las injusticias en Ayotzinapa, sino contra el rector de esa escuela, quien con sus cuch maletas andaba, según los estudiantes, gastando el presupuesto cuando existían asuntos estudiantiles por resolver.    
    Hace poco mi colega y compa Lope Ávila, una institución en los talleres literarios impartidos aquí, allá y acullá, me obsequió sus “Anuncios Económicos Literarios” producidos entre sus alumnos y colegas: una muestra de ingenio y creatividad poética de lo más innovador. Doy un ejemplo: “Solicito beso de buenas noches, con o sin experiencia, y servicio a domicilio”, de la escritora Zindy Abreu Barón, quien se acercó al universo de la literatura estando privada de su libertad: o este anuncio anti machos: “¡Urge! Por falta de espacio traspaso gratis gran lote de maridos celosos, machistas, agresivos y mujeriegos” (firma Lucy Blúmer).
    Fue en estos ejercicios poéticos realizados en el taller literario del maestro Lope Ávila donde surgió un Anuncio Económico Literario dedicado a los familiares de los 43 jóvenes normalistas desaparecidos: “¡Vivos se los llevaron! ¡Vivos los queremos! (Firman las Madres y los Padres de los Normalistas)”.
    Finalmente, hasta en una revista editada en un pequeño pueblo maya yucateco como Dzidzantún: Ecos de la Costa, publicada por Lorenzo Cohuó Ku, con financiamiento de los pequeños comercios locales, que va en su, ¡oiga usted bien!, número 22, también resultaron sensibles a los infaustos acontecimientos de Ayotzinapa.
    Por esa razón, el profesor Anacleto Cetina Aguilar, escritor comunitario decano de la Red de Escritores Comunitarios de Yucatán, le puso sentimiento y conciencia al poema dedicado a los jóvenes desparecidos: “Ayotzinapa”, donde lee:
    “Negros nubarrones de tormenta / se cierran sobre la patria humillada/ cuando jóvenes con sueño de gloria / se vuelven niebla en un horizonte confuso; / tempranas promesas de metamorfosis social / mirando a su patria cautiva / de voraces jaurías que succionan las arterias / de un pueblo paciente y sufrido. / Los Ayotzi labraban con ansia infinita / la redención de la patria encadenada. / Jóvenes –niños que nos evocan / a nuestros héroes también niños / que ofrendaron sus vidas en el altar de la patria / para lograr un mañana mejor…”.


Por: Edgar Rodríguez Cimé - Colectivo Cultural “Felipa Poot Tzuc”.