sábado, 28 de diciembre de 2013

Ni el salinismo ha muerto ni la burguesía y el imperio se derrumban; hay que seguir en la batalla.

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1. Mi amiga Patricia Barba, quien desde hace varios años dirige en el norte de México un programa de radio y es una destacada activista en el campo de la información, me ha enviado sus comentarios acerca del muy interesante artículo publicado por Luis Hernández en la Jornada con el título “Zapatismo, 20 años después”. Dado que jamás discuto con las izquierdas –sobre todo con las honestas, comprometidas con las luchas sociales- y sólo me he dedicado al combate contra las ideas de la derecha, del centro y del oportunismo de izquierda, buscaré sólo reafirmar los que Patricia presenta por coincidir mucho con ella.


2. ¿Desapareció, se debilitó o se fortaleció el salinismo? En la respuesta de Patricia encuentro mi enorme coincidencia: “El salinismo no desapareció sino que ha continuado más fortalecido y la prueba es que Zedillo, Fox, Calderón y el usurpador actual, han seguido a pie juntillas el proyecto del Consenso de Washington”. Tiene la razón la compañera: el salinismo sigue tan vivo y “exitoso” que la privatización del petróleo que acaba de aprobarse es básico del proyecto privatizador que desde el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-88), Salinas ya venía trabajando. Él no es todo, pero continúa con una gran fuerza entre los personajes millonarios.


3. ¿Con el EZLN se descarriló al salinismo? “El surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994, con todo el heroísmo y los sacrificios que representó -diría Patricia- no trastocó, descarriló o dinamitó el proyecto transexenal”. Provocó un fuerte desprestigio al gobierno, lo puso nervioso; pero el régimen neoliberal iniciado en 1982 “continuó su paso inexorable”. Luego vendría el zedillismo y el foxismo que arrinconaron al zapatismo a pesar de los enormes esfuerzos del EZLN. La creación de los cinco o seis “caracoles” fue una salida muy inteligente y limitada ante la acometida represora del Fox-salinismo.



4. ¿Es el IFE modelo de ética y decencia? Es una cantaleta de priístas, panistas y demás políticos oportunistas; eso ha sido muy claro, sobre todo al ver los enormes derroches del dinero del presupuesto público. Señala Patricia de manera acertada: “Hablar de la ciudadanización del IFE es pasar por alto que esta auténtica escuela del delito fue parida en 1991 por la mente maquiavélica de Salinas en respuesta a los intereses del Cartel Financiero Internacional”. ¿Puede decirse que el IFE es modelo de ética y decencia cuando ha permitido fraudes tan enormes y descarados como los realizados a Cárdenas, pero más a López Obrador en 2006 y 2012?


5. ¿Fue Fox alguna alternativa? “Vicente Fox no fue ninguna alternativa a la inmensa corrupción del priísmo ni los afanes entreguistas de soberanía exhibidos durante los dos sexenios en que el Cartel Internacional, merced del pacto convenido entre Salinas y la cúpula panista (Luis H. Álvarez, Fernández de Ceballos, et al), que permitió a Fox y Calderón ocupar temporalmente la silla presidencial y hacerse de algunas gubernaturas que en nada difieren de las prácticas delictivas de sus compinches priístas”. Durante los 12 años de gobiernos panistas, la privatización o el neoliberalismo impuesto por Salinas, no dejó de estar presente.


6. ¿Morena y el triunfalismo? Erróneamente la izquierda ha tendido a ser muy triunfalista; por miedo a no desanimar a los participantes de un movimiento siempre se dice que “caminamos bien”, “que avanzamos” “que ganamos” y que “la burguesía cada días es más débil”; el optimismo y el triunfalismo aparecen por todos lados. Ven más avances de los que realmente existen; dice Patricia: “se asemeja al triunfalismo mostrado por Morena al celebrar como éxito ciudadano su paulatina marcha hacia la partidocracia controlada por el frankestein ifeano parido en 1991”. Pienso,  igual que Patricia, que Morena debe saber lo que hace sino quiere ser otro partido burgués más.


7. Tenemos que estudiar más los objetivos y estrategias de nuestros enemigos, así como las fuerzas ideológicas, militares y económicas con las que cuentan. Basta ya de triunfalismos, de pensar que las izquierdas avanzamos cuando la burguesía y el imperialismo nos golpea por todo lados. Si festejáramos menos y tuviéramos más rigor en el análisis de nuestros avances y retrocesos; si analizáramos mejor las fuerzas de nuestros enemigos y sus aliados, así como contabilizamos nuestras fuerzas y nuestros apoyos en la lucha, nuestras estrategias de batalla y enfrentamiento serían adecuadamente planeados. En nuestros argumentos casi siempre tenemos la razón, pero esto no basta si no se cuenta con la fuerza.

 

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