viernes, 15 de noviembre de 2013

Nuestras lenguas indígenas han resistido mucho, porque no dejamos de hablarlas.

Manuel Espinosa, poeta totonaco, charló con Elena Poniatowska en el ciclo La primera raíz.
Ojalá viviera Carlos Montemayor para presentar una obra que es un árbol florido, dijo la escritora.
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Un tono jocoso y ameno enmarcó la conversación que sostuvieron la escritora y periodista Elena Poniatowska y Manuel Espinosa Sainos, poeta de origen totonaco, en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes.
Dentro del ciclo La Primera Raíz, la colaboradora de La Jornada abordó –la noche del miércoles– diversas temáticas con Espinosa Sainos, quien nació en la sierra Norte de Puebla, en una familia donde sólo se hablaba la lengua totonaca. Después él se convirtió en un escritor de poesía en español, lo cual significó todo un reto.
Antes de la llegada de Poniatowska al recinto, Espinosa Sainos leyó poemas de su autoría y habló sobre lo que significa escribir tanto en español como en su lengua madre, además de traducirse a sí mismo y ser locutor.
“No ha sido un asunto sencillo –aceptó– porque en mi lengua existen palabras que encierran toda una concepción del mundo, y es muy difícil llegar a una traducción, si acaso a la interpretación”.
En su lengua, al momento de escribir, encuentra musicalidad y al traducir al español busca conservar ese ritmo especial para que los textos mantengan la misma belleza.

De su labor en la radio, Espinosa Sainos dijo que le ha permitido recorrer los pueblos indígenas de la sierra Norte de Puebla, acercarme a un mayor número de hablantes en mi lengua materna y conocer todas las expresiones culturales que nosotros tenemos cada día.
Un comunicador
Los libros de Manuel Espinosa Sainos, explicó Elena Poniatowska, contienen poemas memorables, pequeños y dulces, tan sorprendentes como aquellos que nos revelaron Ángel María Garibay y Miguel León-Portilla.
Esos cantos, recordó la periodista, son como la tortilla, el agua, el viento, el fuego y todos los metales preciosos.
Entre montañas nació Espinosa Sainos, dijo Poniatowska, “y estos lugares dan fuerza a los hombres, apoyan, protegen y comunican la gran voz de su interior. Quizá por ello, Manuel es ante todo un comunicador y en marzo de 1995 ingresó a la radiodifusora cultural XECTZ, La voz de la sierra Norte; y desde 2004 es corresponsal del periódico Síntesis de Puebla”.
Ojalá, deseó Poniatowska, viviera Carlos Montemayor para que él hiciera la presentación de este gran poeta, cuya obra es la de un árbol florido, la ofrenda de quien sabe honrar a sus padres, a la madre Tierra, al agua y al maíz.
Espinosa Sainos logra que germinen las flores en la cabeza de los hombres y tiene una obra que obedece a la tradición y a los usos y costumbres, pero también es una obra que nos sorprende por la poesía amorosa, la cual se apropia de la mujer y la posee.
A pregunta de Poniatowska sobre lo que significa la lengua totonaca, el Espinosa Sainos respondió: Es la lengua que me vio nacer. Los totonacos somos el pueblo de los tres corazones y mi idioma me ha abierto puertas, tiene la riqueza y visión de mis ancestros.
Además, nuestras lenguas indígenas han resistido mucho. A pesar de los procesos de castellanización no hemos dejado de hablarlas, tenemos propuestas y hemos escrito libros.
Manuel Espinosa nació en Ixtepec, Puebla; habla tutunakú y ha escrito textos para diversas publicaciones y suplementos, como Ojarasca. de esta casa editorial.

Fuente: La Jornada.

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