Mientras José Manuel Mireles e
Hipólito Mora se reencuentran en misa, 10 camionetas recorren las calles de La
Ruana. En las puertas de los vehículos quedan aún las huellas de las
calcomanías que las identificaban como patrullas de las autodefensas. Tampoco
llevan, como solían hacerlo, las siglas H3 pintadas en los vidrios. Las
camionetas dan vueltas y vueltas con las ventanas abajo, para que todos vean
que sus ocupantes portan armas largas.
La escena remite a una
declaración reciente del comisionado federal Alfredo Castillo, quien fraseó así
la meta del plan de pacificación que quiere exportar a toda América Latina: El
principal objetivo que siguiéramos teniendo gente armada circulando en
camionetas, gente que no conocíamos.
Bueno, no hay que exagerar: aquí sí
conocen a los hombres que circulan armados –en cambio, Mireles, Mora y los
seguidores de ambos parecen desnudos sin los fierros que acostumbraban cargar–,
pues son gente de Luis Manuel Torres, El Americano, ahora en vías
de convertirse en policía estatal. A menos que sea cierto, claro, lo que dice
el sacerdote Gregorio GoyoLópez: Él tiene problemas hasta con
la DEA (agencia antidrogas estadunidense).
Las huestes de El
Americanocelebran a su manera la liberación de Hipólito Mora. Exhiben su
fuerza y su control del lugar. Cuando circulan por la calle del templo, una
patrulla de la Policía Federal los sigue. Sólo es casualidad: da la vuelta en
una esquina y se pierde hacia otro rumbo.
–¿Se pasean seguido así desde el
10 de mayo? –se pregunta al titular de la parroquia, José Luis Segura.
–Lo han hecho varias veces, pero
la gente no los quiere.
El sermón del día corre por su
cuenta. Un recuento de la historia del movimiento de las autodefensas locales
que remata con un punto que saca chispas: cuandoEl Americano vino a
atacar a Hipólito,nadie lo ayudó.
Acusa recibo el doctor Mireles,
quien se dirige al público que ha llenado la iglesia: Le pido perdón al
pueblo de La Ruana por no poder haber hecho más por Hipólito.
Repite la fórmula un par de veces
y también dice que el día que Hipólito fue detenido y el cura Goyo se
autoexilió,me dejaron huérfano.
Con su escolta a prudente
distancia, Mireles hace un recuento de los asesinatos ocurridos en los días que
han seguido desde que se cumplió el plazo impuesto por el gobierno para guardar
las armas. Es el mismo pleito que teníamos hace 15 meses, pero entonces
era nada más contra los criminales y contra el gobierno del estado, ahora son
muchos los enemigos, vamos a tener que cuidarnos de muchos.
En su turno, Hipólito Mora lamenta:Un
movimiento puro lo descompusieron algunas personas por unas monedas,
exactamente como lo hizo Judas. Me fueron dejando solo poco a poco, por el
interés del dinero. Les ofrecieron armas, dinero, y se fueron retirando de mí.
Afortunadamente, la gente más pobre y la más lastimada se quedó conmigo hasta
el día que me detuvieron.
Los feligreses escuchan con
reverencia y aplauden largamente las intervenciones de los líderes.
Voy a seguir adelante, promete
Hipólito, y asegura que está libre gracias a un magistrado honesto que
rechazómucho dinero a cambio de dejarlo en prisión.
Cuenta que se comunicaba con una
reportera desde la cárcel y que a ella le dijo: “Me enfrenté al dinero, al
poder de la corrupción, me enfrenté a un gigante, y gracias ese gigante es que
estoy en el cielo. Me siento en el cielo, a pesar de estar en la cárcel, por lo
que he logrado con el movimiento.
Aunque nunca busqué el dinero ni
la fama, estoy en la boca de casi todo mundo.
Mora dice que el movimiento de
autodefensas benefició a todos, pobres y ricos, pero que hay gente que se ha
unido nuevamente a los criminales, pese a que incluso mataron a sus familiares.
Al finalizar la misa, los líderes
se dirigen a un cuarto detrás del altar. Ahí, Mireles cuenta que se ha tenido
que esconder varias veces en los días recientes, porque me han andado
buscando; un día llegaron más de 30 camionetas.
Con todo, asegura que viajará a
la ciudad de México el próximo 28 de mayo, para participar en lo que llama
laconvención nacional de autodefensas, donde se abordarán sólo dos
temas:seguridad pública e impartición de justicia.
Adelanta que el acto se llevará a
cabo en la Universidad Iberoamericana, y que contará con la participación de
los rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México y de la Universidad
Michoacana, además de grupos civiles y de autodefensas de 16 entidades.
Huber, un cortador de limón, se
dirige a los líderes: Ustedes que hablan con el gobierno, deben decirle a
Castillo que ya nos quiso quebrar el verdadero movimiento de los comunitarios y
nuestro comandante salió libre. Ahora que entregue a los verdaderos culpables (de
los asesinatos por los que fue encarcelado Mora).
Algunos en La Ruana no tienen
duda sobre quiénes son los culpables.
Amenazas a gente de Mora
Ya entrada la noche, el sacerdote
Segura denuncia que los nuevos policías de la Fuerza Rural están
amenazando a la gente de Hipólito, y cualquier cosa puede pasar.
Refiere el cura que al filo de
las 19:30 horas lo fueron a ver seguidores de Mora para informarle que
integrantes de la policía que recibieron sus uniformes apenas el 10 de mayo
estaban hostigando a la familia Bonilla frente a su domicilio, uno de cuyos
integrantes es señalado por los seguidores de Luis Manuel Torres de ser el
autor material de los asesinatos por los que estuvo encarcelado Hipólito Mora.
Una vez que corroboró la
situación, el sacerdote se dirigió a la guardia de la Policía Federal que
permanece en el lugar, pero hasta ahí llegaron en tres camionetas los policías
de El Americano, pero en sus camionetas de siempre, no en
vehículos oficiales.
El prelado se acercó a los
policías federales y les dijo:
–Se ocupa que vayan a proteger a
la familia Bonilla, porque los están amedrentando.
–Ellos tienen permiso de portar
armas –fue la respuesta de uno de los federales.
–De portar armas sí, pero no de
cometer fechorías.
Artemio Valencia Díaz y otros
hombres de El Americano encararon al sacerdote Segura y le
tomaron fotografías: Me reprocharon que, según ellos, apoyo a Hipólito, me
dijeron que sea hombrecito y otras cosas, pero en boca de ellos eso no es una
simple amenaza.
Uno de los miembros del grupo de
Mora, quien apenas duerme su segunda noche en su pueblo, envió este mensaje
alrededor de las 21:15: Quieren sacar gente los H3.
Fuente: La Jornada.
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