jueves, 29 de mayo de 2014

A 10 años de la brutal represión en la cumbre de Guadalajara.

28 de mayo: represión e impunidad confirmadas.
Diez años son un tiempo suficiente para atreverse a proponer una verdad histórica sobre un hecho. A diez años de los acontecimientos ocurridos el 28 de mayo de 2004, en el marco de la III Cumbre de jefes de Estado de América Latina, el Caribe y la Unión Europea (ALCUE) celebrada en Guadalajara, se puede afirmar que entonces ocurrió uno de los hechos represivos más vergonzosos de la historia reciente de Jalisco y del país.
A diez años se puede afirmar que la autoridad estatal y municipal autorizó el uso de la fuerza pública y la represión en contra de decenas de personas y que a pesar de las evidencias de la inocencia de los detenidos y de los tratos crueles y de la tortura, ninguno de los responsables políticos o policiales pagó por esos delitos. En cambio, diez años después, todavía hay inocentes sobre quienes pesan sentencias injustas.
Tras una década, es probable que muchos no recuerden los detalles. Aquí expongo una síntesis de lo ocurrido.
En paralelo a la cumbre del ALCUE, diversas organizaciones sociales globales, nacionales y locales convocaron a un encuentro alternativo y, para finalizar, a una marcha el viernes 28 de mayo, de la Minerva al centro de la ciudad.
La caminata se desarrolló de manera pacífica, sin embargo al llegar a la valla de la policía estatal en avenida 16 de Septiembre, unos de 20 jóvenes ataviados con cascos mineros y portando palos y martillos algunos, se enfrentaron con los uniformados por cerca de 40 minutos a partir de las 19:00 horas
Posteriormente otras dos vallas de policías estatales y de Guadalajara avanzaron desde el cruce de las calles Colón y Juárez. Gerardo Octavio Solís Gómez (procurador del estado) y Alfonso Gutiérrez Santillán (Secretario de Seguridad) reportaron al entonces gobernador, Francisco Ramírez Acuña, la situación (el mandatario se encontraba en la cena con los jefes de Estado asistentes a la Cumbre). El gobernador dio la orden de “actuar”. Empezó así la persecución contra manifestantes y civiles que ni siquiera habían participado en la marcha, como Jaime Daniel Vázquez Valdivia, quien fue detenido en el centro de la ciudad, luego de acudir al edificio administrativo de la Universidad de Guadalajara a recoger un premio ganado en un programa de Radio UdeG.
Tras la orden de dispersar la manifestación, cientos de manifestantes (entre ellos Evo Morales, invitado como líder social boliviano) corrieron por avenida 16 de Septiembre hacia el parque San Francisco; en la trifulca, un grupo rompió vidrios en catorce negocios y saqueó tres: el banco Banamex, Discos Aguilar y un 7 Eleven.
A partir de entonces, grupos de policías estatales y de Guadalajara realizaron razzias en el centro y en lugares más alejados. Entre las 20:00 horas del viernes 28 de mayo y la 1:00 am del sábado 29 de mayo fueron detenidas 111 personas, la mayoría por la fuerza y golpeadas con pies, puños, macanas, escudos y armas de los policías.
El grueso de los detenidos fue conducido hacia el sótano de la Secretaría de Seguridad Pública (en la avenida 16 de Septiembre y la calle Libertad); muchos de ellos fueron golpeados y vejados.

Al ver la magnitud de detenidos y del trato que recibieron, funcionarios a cargo del operativo admitieron: “Se nos pasó la mano”. La madrugada del sábado 29 de mayo el secretario de Seguridad ordenó: “Hay que depurar”
A lo largo de la madrugada y hasta cerca de las 17:00 horas del sábado 29 de mayo se liberó a 67 personas, entre ellas a cuatro menores de edad y ocho extranjeros (cuatro españoles, una canadiense, una australiana, un italiano y un estadunidense).
La mañana del sábado 29 de mayo el entonces gobernador Ramírez Acuña (antes de acudir a un rancho a Tlajomulco a destapar a Felipe Calderón) recorrió el centro de la ciudad y declaró que no permitiría que Guadalajara se convirtiera en un Distrito Federal, y pidió “que dejen de inmediato el estado de Jalisco quienes hicieron los desmanes”.  
Un texto aparte merece el la vergonzoso papel jugado por la mayoría de los medios, quienes compraron, sin contrastar, la versión de Ramírez Acuña acerca de los vándalos que vinieron a destruir la ciudad.
La tarde del sábado 29 de mayo, 44 personas fueron trasladadas a las instalaciones de la Procuraduría estatal en la calle 14 de la Zona Industrial. Ahí algunos fueron golpeados y torturados: bolsas en la cabeza para asfixiarlos momentáneamente, golpes en el cuerpo, simulacro de disparos en la sien, amenazas de muerte a ellos o sus familias, posturas corporales lesivas por varias horas, impedimento para comunicarse con familiares o abogados; además, fueron vejados para obligarlos a que aceptaran y firmaran las acusaciones de culpabilidad que les presentaba el Ministerio Público, según consta en sus testimonios a los medios, a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y en sus declaraciones ante el juez.
Según el informe especial de la CNDH, hubo 68 retenciones ilegales, 70 casos de tratos crueles y degradantes, 70 casos de incomunicación y seis casos de tortura.
Los detenidos fueron acusados de diversos delitos: motín, pandillismo, daño en las cosas, delitos cometidos en contra de representantes de la autoridad, desobediencia o resistencia de particulares, robo calificado y lesiones.
La mayoría de esas acusaciones sostenidas en actas ministeriales que repetían un mismo formato, solo cambiando nombres de los inculpados.
Entre mayo de 2004 y abril de 2005 salieron 40 de los consignados, todos bajo fianza. De todos, únicamente Manuel de Jesús Pereyra Anguiano fue exonerado en agosto de 2005.Muchos pasaron hasta 18 meses en prisión, cuando la pena dictada por el juez, ignorando los alegatos de la defensa, era apenas de tres meses.
La represión del 28 de mayo es uno de los hechos represivos más evidenciados de la historia reciente del país. Pero sus responsables gozan no solo de impunidad, sino que fueron premiados en el sistema político. Los responsables fueron Francisco Ramírez Acuña, entonces gobernador, premiado por Calderón con la secretaría de Gobernación, con una diputación y luego con la embajada en España. Ahora pretende hacerse pasar como la conciencia moral del partido en el que ha militado (Acción Nacional). Emilio González Márquez, entonces alcalde de Guadalajara y luego gobernador del estado. Luis Carlos Nájera, entonces jefe de la policía de Guadalajara y ahora Fiscal General del estado; Luis Gerardo Solís Gómez, entonces procurador estatal, ex gobernador interino y ex delegado de la PGR; Alfonso Gutiérrez, ex secretario de Seguridad.

Todos ellos son responsables de estos hechos represivos que, en algunos casos, dejaron lesiones y secuelas permanentes a quienes padecieron la represión. Hasta ahora ha imperado la impunidad. Es tiempo de terminarla y hacer justicia a las personas a quienes se vejó, torturó y encarceló injustamente.

Fuente: El Respetable.

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