Las organizaciones de vecinos que han emergido en diferentes
colonias del Distrito Federal para combatir la inseguridad en sus comunidades,
y que han sido definidas como autodefensas, es la mejor oportunidad para las
autoridades de atender las necesidades de la gente antes de descalificarlas o
hacer como que no existen, consideró Edgardo Buscaglia, especialista en temas
de seguridad nacional.
“Se llamen como se llamen, todo comité de vigilancia basado
en el consenso de un vecindario, de una cantidad de vecinos, para atender las
necesidades de seguridad no sólo físicas, sino de acceso al agua, a la
alimentación y a la salud… de todo tipo de cooperación ciudadana, debe ser
bienvenida por el gobierno”, apuntó el también investigador de la Universidad
Columbia.
En entrevista manifestó que en la ciudad existe una errónea
interpretación de la autodefensa, porque se cree que son grupos paramilitares,
pero no hay otra manera de que una sociedad democrática se organice. La mejor
organización es la organización social.
Dijo celebrar que los vecinos de colonias y delegaciones de
la ciudad se empiecen a organizar sin violencia, simplemente para atender sus
necesidades más básicas de seguridad, no nada más en la física, sino en el
acceso a alimentos y al agua, donde políticos están involucrados en venderla a
los ciudadanos, cuando el derecho al agua es un derecho humano.
Los mecanismos de autovigilancia, de coordinación para
acceder a recursos naturales, para el especialista son excelentes. Recordó que
cuando el pueblo de Cherán (en el estado de Michoacán) se organizó para poner
un freno a las acciones de la delincuencia organizada y funcionarios estatales,
para proteger sus recursos naturales, sus fuentes de trabajo, se convirtieron
en ejemplo internacional de protección de derechos humanos, ante un Estado
fallido como el mexicano.
Para Buscaglia, el Estado y los jefes de gobierno se deben
dar cuenta de que los principales aliados que tienen para lograr un
mejoramiento de la seguridad son estas organizaciones sociales; “no son sus
empresarios en los hoteles de cinco estrellas, no son sus sindicatos ligados a
sus prebendas electorales, son los ciudadanos.
Esas organizaciones sociales explican por qué la legitimidad
de un político sueco es mucho mayor que la de un político mexicano. Esos
políticos suecos se alimentan y surgen de esas organizaciones sociales, esa es
la razón. No es cultural, racial o nacional, es simplemente la forma de hacer
política. Cambiar su chip tiene que dejar de focalizarse en el negocio
electoral y pasar a focalizarse en la democracia procesal, en la democracia de
base, que es la verdadera democracia, concluyó el investigador.
Fuente: La Jornada.
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