Intentan acabar con nuestros saberes. Quieren privatizar nuestros ríos, bosques, cascadas
empresarios neoliberales, quienes
siguen buscando formas para arrancarnos lo más valioso que tenemos: nuestra tierra.
Representantes de una veintena de comunidades choles, tzeltales y zoques de la región, organizadas en el Comité de Defensa de la Libertad Indígena (CDLI), Tsoblej Yu’un jWocoltic, la Unión de Comunidades de la Selva Lacandona (Ucisech) y Xi’Nich (Las Hormigas), se reunieron en Nuevo Jerusalén este fin de semana para documentar las presiones del gobierno federal por conducto de los delegados de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y la Procuraduría Agraria, particularmente en el municipio de Ocosingo, para que las comunidades comprometan la propiedad de sus tierras a cambio de programas; esto es, dinero.
Ya no cultiven sus tierras
“Ellos nos dicen: ‘Ya no trabajen cultivando o
produciendo su propia comida, nosotros somos quienes podemos hacerlo.
Tenemos los medios, somos más listos, más limpios. Somos los
emprendedores, los más preparados para producir alimentos para todos’.
Nosotros les contestamos: ‘Estamos cansados de que nos engañen con sus
programas como el Fondo de Apoyo para Núcleos Agrarios sin Registro
(FANAR, antes Procede) y la Cruzada Nacional Contra el Hambre, a través
de los cuales meten dinero a las comunidades, provocando división en
lugar de promover el desarrollo económico y social’.
Con la entrada de dicho dinero encantan a los que tienen el corazón frágil, porque les hacen pensar que hace todo más fácil, pero en realidad nos hace más inútiles, ya que compramos sus semillas que destruyen nuestras tierras y sus venenos que producen más plagas; abrimos la puerta a su sistema educativo y con la educación que dan nuestros hijos ya no desean trabajar como nosotros, y les damos posibilidad a extranjeros, empresarios y otros de comprar o arrebatar nuestros recursos.
Los indígenas, miembros del Congreso Nacional Indígena (de
hecho, uno de sus puntos fue planear su próxima participación en el
CNI), dijeron que los gobiernos municipales de Palenque y Ocosingo
también están encantados con el dinero y las propuestas de los empresarios, no piensan en nosotros, no nos defienden, no nos consultan, no nos respetan, no nos escuchan. Intentan acabar con nuestros saberes. Quieren privatizar nuestros ríos, bosques, cascadas. Se meten a medir nuestras mojoneras sin consultarnos, hacen perforaciones sin tomar en cuenta los daños a otras tierras.
Pero, enfatizan,
esa es la tierra donde nacen el maíz y el frijol, donde danzan nuestros pies en las fiestas, donde lanzamos nuestras súplicas, donde nacemos, donde morimos, de donde comemos: ella nos sostiene y nos alimenta. Quitárnosla es arrancar nuestros saberes, es fragmentar la comunidad. Por ello
seguimos en resistencia, no nos vamos a dejar.
Continúan rechazando la modificación al artículo 27 constitucional realizada durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari:
No queremos el cambio de tierras ejidales a pequeñas propiedades, seguimos creyendo en la tierra comunal. Seguimos exigiendo que se cumplan las 13 demandas de los acuerdos de San Andrés.
Sin ir más lejos, el ejido Nuevo Jerusalén, establecido en tierras
recuperadas de lo que fue un rancho ganadero luego del alzamiento del
EZLN en 1994, carece de carpeta de registro agrario oficialista.
Aunque aquí hay dos grupos, tenemos el acuerdo de no entrarle a los planes del gobierno, dice su representante.
Están viniendo de la Procuraduría Agraria a presionar y ofrecer, para dividirnos.
Además, apunta,
la nueva reforma hacendaria cambia el concepto de propiedad agraria. Quieren ingresarnos para pagar IVA por la tierra. Ahora tasan ejidos y urbanizan en la ley a los pueblos indígenas. Muchos caminos tiene el despojo.
Función: La Jornada.
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