domingo, 12 de enero de 2014

EPR: 50 años en armas por el socialismo.

La lucha armada en México es una “necesidad ineludible”. Ésta es la misma convicción que, asegura, asumió en 1964 como Unión del Pueblo, luego PROCUP y actualmente PDPR-EPR. Su objetivo no ha cambiado: el triunfo de la revolución socialista basado en el marxismo leninismo y en una vanguardia revolucionaria que tome el poder. Afirma que no ha sufrido desprendimientos, aunque reconoce una “crisis partidaria” que concluyó en 2000 y que menguó en cantidad sus fuerzas. No obstante, considera que la organización se fortaleció “cualitativamente”. Indica que el “culto al espontaneísmo” llevó a la APPO a la derrota, pues lo que debió hacerse entonces era “organizar sistemáticamente la autodefensa armada de las masas”. Considera que los indígenas no son los más oprimidos y que detrás de las banderas de autonomía puede estar el imperialismo. Se reserva la aplicación de la “justicia popular” y acciones político-militares para demandar la presentación de sus militantes desaparecidos

“Son ya casi 50 años de lucha congruente y firme, de convicción revolucionaria reivindicando las necesidades históricas del pueblo oprimido y explotado”, dice el Comité Central del Partido Democrático Popular Revolucionario (PDPR)-Comandancia General del Ejército Popular Revolucionario (EPR) a Contralínea.
En entrevista, el EPR reivindica ser una evolución de la Unión del Pueblo (UP), que luego se denominó Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP). No se refiere ya al Partido de los Pobres (PDLP), de Lucio Cabañas, y cuya sigla acompañó a la del PROCUP en la década de 1980 y hasta mediados de la de 1990: PROCUP-PDLP.
El máximo órgano directivo del EPR asegura que nació en 1964, a diferencia de lo que han señalado estudios académicos y otras organizaciones guerrilleras, quienes ubican la fundación de la UP entre 1970 y 1972. Con la fecha ofrecida por el EPR, la organización se sitúa como la decana del movimiento guerrillero en México. Incluso, antes del ataque al Cuartel de Madera, Chihuahua, realizado en 1965 por los guerrilleros comandados por Arturo Gámiz.
La guerrilla con estructuras en al menos 11 estados de la República no reconoce haber sufrido desprendimiento alguno. Mucho menos, padecer una diáspora. Propaganda del régimen, considerar a las siglas ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente), FARP (Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo), CCP-CJ28 (Comité Clandestino de los Pobres-Comando Justiciero 28 de Junio), MRLCB (Movimiento Revolucionario Lucio Cabañas Barrientos) o, entre otras más, TDR-EP (Tendencia Democrática Revolucionaria-Ejército del Pueblo) como desprendimientos de la estructura eperrista. Lo que ha ocurrido, asegura, es una depuración.
“Ni antes ni después ha habido desprendimiento alguno”. Dice que lo vivido entre 1997 y 2000 fue un proceso de “depuración” en el que hubo expulsiones, autoexpulsiones, retiros y deserciones. También señala que durante esos años el EPR padeció una crisis de seguridad, atribuible a la falta de disciplina de quienes se fueron.
Al respecto, explica que los que se marcharon “tienen una concepción y metodología muy distinta a la establecida en nuestra estrategia y táctica general de la revolución. En esa práctica hubo un distanciamiento gradual de los principios generales para hacer y dirigir la revolución, hasta llegar el momento de ser insostenible su pertenencia al Partido al seguir manteniendo de palabra una estrategia y táctica que no sustentaban en la práctica”. Considera que muchos eran infiltrados oportunistas o individuos con pensamiento burgués.
Rechaza que con la crisis, a la que también llama “de dirección”, la organización se haya debilitado. Aunque se mermaron en número las fuerzas de la revolución, el movimiento guerrillero se fortaleció cualitativamente.

Sobre el debate entre los grupos revolucionarios, armados y sociales, acerca de la supuesta necesidad de una vanguardia que organice y dirija la revolución, los integrantes del Comité Central del PDPR señalan: “Sin tapujos, sostenemos que para que una revolución triunfe se requiere de una vanguardia revolucionaria”.
Explican que en oposición a esa vanguardia sólo existe el espontaneísmo (“el culto a la acción caótica, desesperada y catártica del individuo sin conciencia, sin objetivo a largo plazo, sin método”), que ha dañado mucho el proceso de emancipación social. Ejemplifican con lo ocurrido en 2006, con el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO): “fueron diezmadas las fuerzas populares por rendir culto al espontaneísmo y no organizar sistemáticamente la autodefensa armada de las masas”.
Agregan: “Oaxaca también enseña que cuando las masas no se organizan sobre los principios leninistas quedan a merced del oportunismo […]. La causa principal de la derrota del movimiento popular-magisterial es haber fincado la organización y dirección del proceso en la [...] horizontalidad, que como práctica tuvo debut y fracaso”.

Fuente y entrevista completa: Contralínea.

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