lunes, 27 de enero de 2014

El movimiento sigue igual; las armas no se entregarán y continuaremos avanzando.


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El anuncio sale de uno de los lugares donde, el 24 de febrero del año pasado, comenzó todo: Mañana se firmará el acuerdo con el gobierno federal para legalizar las autodefensas. Ya tuvimos varias reuniones de todos los líderes y del pueblo, y llegamos a este acuerdo, se lee en la cuenta de Facebook de la Policía Comunitaria de Tepalcatepec.
Uno de los más importantes líderes de las autodefensas lo confirma a este diario, aunque pide se reserve su nombre: Así es, es verdad.
–¿Cuál es el punto central del acuerdo que se va a firmar?
–La incorporación de las autodefensas a las policías. Que se defina quiénes quieren entrar de policías y quiénes no. Claro, los que califiquen.
–¿Y el desarme?
–Pues esa es la intención del gobierno.
Según el dirigente, uno de los fundadores del movimiento, la firma del acuerdo ocurrirá en Apatzingán, ciudad considerada por las autodefensas como santuario de Los caballeros templarios. O sea que, aunque fuese como futuros policías, los comunitarios entrarán al nido de la delincuencia organizada. Si el acuerdo termina firmándose ahí.
Una de las reuniones a las que alude la información en las redes sociales ocurrió el pasado sábado en el local de la Unión Ganadera de Tepalcatepec, donde este diario pudo atestiguar la presencia de casi todas las caras públicas de las autodefensas.
En la red social se añade, alrededor de las dos de la tarde: “Mañana (27/01/2014) sabrán toda la información… seguimos en la misma postura, seguiremos avanzando y con los mismos ideales de acabar con el crimen organizado, la única diferencia será que ya estaremos dentro de la legalidad”.
Un par de horas más tarde, desatada ya la polémica, los administradores de la cuenta se sienten obligados a hacer algunas precisiones. Escriben: Nuestro movimiento sigue exactamente igual. La diferencia es ser legales ante el gobierno federal. Las armas no se entregarán, seguiremos avanzando igual.
Y más: “No nos hemos olvidado de los detenidos, todos serán liberados. Nuestro movimiento es de miles, no sólo de los líderes o consejo. Nuestro movimiento desde el comienzo no es político, es en contra del crimen organizado. En lo único que nos meteremos en política es en que destituyan o paguen conforme lo marca la ley los que estén corrompidos por el crimen organizado…”
Sin la gente no somos nadie
El trato que algunos oficiales de la Policía Federal dan a las autodefensas es de futuros camaradas. Al menos en este punto, un retén comunitario en San Juan Nuevo, donde comienza el antiguo camino a Uruapan.

¡Ahí estamos, muchachos!, dice el policía federal al volver a su patrulla. Antes, ha ofrecido a los portadores de cuernos de chivo y R-15 toda la ayuda que necesiten.
Y a los reporteros les ha explicado que las autodefensas van por sus objetivos, que colaboran a prudente distancia y que la única condición es que les entreguen lo que encuentren.
Los comunitarios son de Tancítaro y todos tienen un agravio personal. Dos de ellos son hermanos y perdieron a un primo y un cuñado, secuestrados y asesinados aunque se pagaron los rescates. Otro viene de una familia que sufrió el levantón de cuatro de sus integrantes, luego de que fueron a una fiesta en Apatzingán.
Todos son muy jóvenes. Futuros policías quizá. Aunque uno de ellos confiesa que antes del levantamiento ni siquiera sabía disparar.
Se acerca otra patrulla de la Federal.
Hay que bajar las armas, ordena el que parece jefe. Es el mayor de ellos. Ha vivido mucho tiempo en Tijuana y reconoce que en San Juan Nuevo hubo gente que no estuvo de acuerdo con la entrada de las autodefensas.
A la entrada del pueblo, un destino de turismo religioso, una manta lo corrobora: No queremos ningún grupo armado.
Por eso aquí los comunitarios andan en las orillas, en los cerros.
Esperan convencer a los pobladores de San Juan, como lo han conseguido en otros lugares. Resume uno de los credos de las autodefensas: La neta es que sin la gente no somos nadie. Si no nos quieren, nos vamos a la chingada.
El jefe de la tenencia Jucutacato, Bernardo Magaña, toma la palabra y cumple las órdenes del presidente municipal de Uruapan. Dice, en pocas palabras, que la autoridad se mantendrá al margen y que lo procedente es que el pueblo vote si acepta a las autodefensas y, de ser así, nombre un consejo que se hará cargo de la relación con los armados.
–¿Quieren que se queden las autodefensas?
–¡Sí! –es el grito unánime. No es muy animoso, pero varios de los presentes confirman que ésta es la reunión más numerosa que recuerdan en mucho tiempo aquí, donde ayer ingresaron los grupos de autodefensas de Tancítaro.
Dos horas después, el Ejército y la Policía Federal se instalaron a unos pasos, literalmente, de la barricada de sacos de tierra de las autodefensas.
La primera cosa que debe aclararse es que los grupos de autodefensa ya están en Uruapan, pese a que la mayoría de los reportes afirmen que apenas se acercan a la segunda ciudad más importante de Michoacán. Es como si se dijera que no han entrado a la ciudad de México porque sólo llegaron al Metro Toreo.
Lo segundo, que Tancítaro, con sus 200 hombres armados que portan armas largas, vino a corresponder. El 16 de noviembre del año pasado los habitantes de ese municipio recibieron la ayuda de las autodefensas de Tepalcatepec, Buenavista y anexas.
Claro, los primeros que ganan con el pago del favor son los propios habitantes de Tancítaro, pues limpiando la zona logran un paso seguro a Uruapan, adonde las necesidades de sus negocios y de su vida cotidiana los obligan a ir.
Me siento contento porque ya podemos pasar sin ningún pendiente, dice Jesús Bucio Cortés, hombre de hablar sencillo y dueño, con sus hijos, de 60 hectáreas de aguacate.
A Bucio le corresponde dirigirse, megáfono de por medio, a la población de Jucutacato. Explica las razones de sobra conocidas –el rosario de terror obra del grupo delincuencial, como dice el gobierno para no mentar nunca a Los caballeros templarios– e intenta desmontar los mitos sobre las autodefensas: “no venimos a robar, no estamos con ningún otro cártel; nos acompaña la Policía Federal”. Resuelve la duda de los dineros con un dato: Los que fueron despojados de sus huertas nos están dando 80 por ciento de las cosechas, al fin que las daban por perdidas.
Tras el voto a viva voz, los pobladores se reúnen por separado para elegir a sus representantes. Salen a relucir viejas rencillas, pero al final se nombra el consejo y la gente bromea sobre quién será el jefe de barricadas.
Por ahí sigue, a la espera de la decisión, el aguacatero Jesús Bucio, uno de los cuatro conspiradores iniciales de Tancítaro. Aguantó el secuestro de un hijo, el aumento de la cuota, la quema de dos empacadoras de aguacate, el acoso constante. Pero decidió levantarse en armas el día que encontraron el cuerpo de María Irene Villanueva Cuevas, una niña de 15 años, hermana de su nuera. La tuvieron secuestrada una semana. La violaron, la torturaron y luego de meterle cinco balazos seguían pidiendo ocho millones de pesos de rescate.
Bucio no tiene edad para la tarea, pero tal vez varios de sus muchachos sean los nuevos policías de Tancítaro.

Fuente: La Jornada.

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