La Cámara de Diputados avaló anoche la reforma fiscal enviada por el gobierno federal, a partir del acuerdo que amarraron la Secretaría de Gobernación y los grupos parlamentarios de PRI, PRD y PVEM, que permitirá cobrar un aumento progresivo del ISR, el impuesto especial a refrescos, bebidas endulzadas y comida chatarra, así como nuevos gravámenes a la especulación bursátil, a la explotación minera y la homologación a 16 por ciento en la tasa del IVA a los estados de la frontera, entre otras medidas.
Fuera de los ajustes que se negociaron en la mesa técnica, el pleno se dedicaba –al cierre de esta edición– a no admitir ningún cambio propuesto en la discusión en lo particular del dictamen.
De esta manera, desechó sin discusión propuestas distintas, como la de diputados de los estados fronterizos para que no se aprobara la homologación a 16 por ciento de la tasa del IVA. La nueva correlación de fuerzas respaldó no cobrar dicho impuesto para intereses hipotecarios, renta y venta de casas habitación ni en colegiaturas. No obstante, sí consintió en aplicarlo a la comida para mascotas.
Como lo había anunciado, el Partido Acción Nacional (PAN) votó en contra, aunque legisladores de otros partidos señalaron que su postura obedeció a que no pudo echar atrás los impuestos a las ganancias en la bolsa, el peso a los refrescos y a la utilidad de las mineras, entre otros gravámenes.
Después de una amplia discusión, que continuó esta madrugada, el pleno avaló el dictamen de la Comisión de Hacienda en lo general, con 317 votos de las fracciones parlamentarias de PRI y PVEM, con el respaldo de los chuchos del PRD, así como de Nueva Alianza. En contraste, 164 diputados del PAN y de un ala del PRD votaron en contra, y debido a la trascendencia de la reforma, las bancadas registraron 109 reservas en lo particular.
Durante el debate del paquete fiscal, el PAN acusó al sol azteca ‘‘de ser cómplice del asalto a los mexicanos’’, mientras la bancada perredista justificó su aval a las nuevas cargas impositivas con el argumento de que ‘‘esta reforma lleva el sello de la izquierda propositiva’’.
El blanquiazul definió, en voz de Jorge Villalobos, que la reforma ‘‘no genera una nueva relación fiscal entre el Estado y los contribuyentes’’, y su compañero de bancada Rubén Camarillo provocó una confrontación con el coordinador del PVEM, Arturo Escobar, cuando desde la tribuna advirtió que los impuestos sólo colocan contra la pared a las pequeñas y medianas empresas, pero facilitará ‘‘a los verdaderos ricos, cuando ya no les convenga, irse de México’’.
Escobar dijo que fue la administración del PAN, en los tiempos de Felipe Calderón, la que propuso un aumento de 2 por ciento en la tasa del IVA, y aplicó su cobro generalizado en 2009, para tapar el supuesto hoyo fiscal que el entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, atribuyó a la crisis económica de ese año.
Camarillo sostuvo que fue el PVEM el que respaldó con sus votos la negociación del PRI con Carstens y los gobernadores del tricolor para aumentar la tasa del IVA de 15 al 16 por ciento.
El panista retó a Escobar: ‘‘¡Qué poca! ¡Qué poca memoria tienen algunos! Vayamos al Diario de los
Debates y quien mienta se va a su casa. Le apuesto la curul.’’ A pesar de que defendió el paquete fiscal de Enrique Peña, Escobar no lo aprobó porque abandonó el salón justo antes de que se iniciara la votación del dictamen en lo general.
El pleno ratificó los acuerdos para que a partir del próximo año se suprima el régimen de consolidación fiscal que utilizan las grandes empresas para reducir considerablemente sus márgenes de tributación. También el cobro de 10 por ciento a las utilidades sobre las ganancias en la Bolsa Mexicana de Valores, así como el pago de 7.5 por ciento de las mineras sobre sus utilidades.
Desde la tribuna, para justificar el voto perredista, Fernando Belaunzarán clamó: ‘‘¡Necesitamos más impuestos!’’
Ricardo Mejía Berdeja, vicecoordinador de Movimiento Ciudadano, definió que los perredistas ‘‘se arrodillaron y arriaron sus banderas progresistas’’.
El presidente de la Comisión de Economía, Mario Sánchez Ruiz (PAN), explicó que la reforma fiscal le otorgará al Ejecutivo 250 mil millones de pesos adicionales por ingresos tributarios, que se sumarán a los 250 mil millones que se esperan por la autorización de la Cámara al Ejecutivo para romper el déficit cero y elevarlo hasta 1.4 por ciento. Asimismo, el pleno ratificó el impuesto especial a la comida chatarra, medida que propuso el PRD y la Secretaría de Hacienda integró en el dictamen.
De esta manera se gravará a todas aquellas botanas, productos de confitería, chocolate y otros derivados del cacao, flanes y pudines, dulces de frutas y hortalizas, crema de cacahuate y avellana, dulces de leche, alimentos preparados a base de cereales, helados, nieves y paletas de hielo.
Mientras el PAN consideró negativo aplicar una tasa del ISR de 35 por ciento para personas físicas y morales con ingresos superiores a 3 millones de pesos al año, el PRI sostuvo que las nuevas cargas tienen como objeto la redistribución de la riqueza. ‘‘Y en la tributación está el medio pacífico más idóneo para ello’’, declaró Jorge Herrera (PRI).
El tricolor calculó que la reforma fiscal reducirá en breve el abismo entre ricos y pobres. Ahí quedó la promesa de Herrera: ‘‘En menos de una generación veremos la realidad de manera diferente’’.
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