–Desde el poder, campaña difamatoria contra periodistas.
–También se prepara un libro contra Proceso.
–Periodistas críticos del poder, en la mira.
Con el presunto aval de la Presidencia
de la República, en particular del área de Comunicación Social, ha
comenzado a desplegarse una campaña difamatoria en contra de algunos
periodistas y medios de comunicación.
Desde hace varios meses, el
plan para difamar y calumniar a algunos comunicadores (y medios) que
ejercen un periodismo crítico en contra del poder, se echó a andar
mediante la contratación de varias empresas editoriales, en su mayoría
españolas y que son expertas, según se sabe, en el marketing y
en la comunicación con el objeto de descalificar el trabajo periodístico
que se viene realizando y que, al parecer, le incomoda al presidente de
la República.
Para empezar, Marco Levario, director de la revista Etcétera, acaba de publicar un libelo que apunta en contra de la periodista Carmen Aristegui, conductora del programa Noticias MVS, a quien acusa –según el adelanto que hizo Carlos Ramírez en el periódico El Financiero del pasado 15 de noviembre –de ejercer lo que Lavario llama un periodismo de ficción.
El ataque contra Aristegui
no es un cuestionamiento menor, aunque el libro esté barnizado como
trabajo académico. Lleva dolo. Su intención es clara: se trata de
denostar y descalificar a la periodista más acreditada de México hasta
este momento.
Nada más falso. Aristegui,
sin duda, es una de las voces más críticas que hoy se escuchan en todo
el país y un referente obligado para entender la realidad política, por
muy controvertida que parezca.
Como se sabe, Aristegui ha
sorteado múltiples momentos difíciles a lo largo de su carrera
periodística: su salida obligada de Televisa por no tolerar sus críticas
hacia el poder presidencial al que sirve la televisora; la censura que
ha enfrentado en distintos medios justamente porque los hombres del
poder político no toleran que Aristegui desnude la corrupción y las
complicidades que se tejen en la cúpula del poder presidencial.
No se duda que detrás de esta campaña esté la mano aviesa de Televisa,
pues Aristegui abrió los espacios de su noticiero para informar en
tiempo y forma lo que estaba pasando en Nicaragua con la detención de
algunos presuntos narcotraficantes que se identificaron como reporteros y
empleados de Televisa, quienes incluso utilizaban los vehículos de esa empresa para transportar enervantes.
La confrontación con
Televisa y con su conductor estelar, Joaquín López-Dóriga (el vocero
presidencial) fue más que avidente, pues si no hubiera sido por Aristegui y el semanario Proceso nos hubiéramos tenido que tragar la mentira oficial difundida por Lopez-Dóriga desde su cabina de Chapultepec 18.
En los pedazos de
información que se han difundido –el libro aún no está en circulación
–se le acusa a Aristegui de servir a intereses de la izquierda y la
derecha: López Obrador, Carlos Slim…Y aquí la pregunta se impone: ¿A qué
intereses obedece Levario al publicar un libro difamatorio? ¿Le pagaron
por ello? Es obvio que el libro y su autor sirven a los intereses del
sistema desde el momento en que ataca, con dolo evidente, a una de las
periodistas más críticas del poder.
Es obvio que se trata de
cuestionar el ejercicio periodístico de Aristegui como si ella fuera
perfecta. Ningún periodista es perfecto en su trabajo porque justamente
el periodismo no lo es. El periodismo pasa por lo humano y por ello no
es ni puede ser perfecto. Los periodistas nos equivocamos, sin duda, y
es de probos reconocer públicamente cuando cometemos un error.
Pero de lo que no hay duda
es que Levario, periodista y académico de dudosa reputación y
credibilidad, escribe como si él fuera perfecto. ¿Quién es Levario para
juzgar el trabajo periodístico de los demás? ¿Acaso él es impoluto?
Perro no come perro, suele decirse cuando un periodista critica a otro
periodista por lo que hace.
Es claro, también, que el
periodismo siempre obedece a intereses. Ningún medio de comunicación de
México ni del mundo puede gritar a bocallena que no tiene intereses.
Todos, absolutamente todos, tienen intereses. La información obedece a
intereses, pero hay medios de información y periodistas, por su puesto,
que a lo largo de su trayectoria –y Aristegui es una de ellas, sin duda
–han mostrado probidad, honestidad y apertura en su trabajo informativo.
No es gratuito que Aristegui sea hoy una de las periodistas con mayor
credibilidad dentro y fuera de México y eso, sin duda, les pesa a
muchos.
Aristegui ha ganado su
espacio y la credibilidad que tiene a base de trabajo. Nadie le ha
regalado nada a lo largo de su trayectoria. Trabajadora incansable,
Aristegui vive para el periodismo, que es su pasión y su vida.
Desde mediados de este año
corrió la versión de que desde la presidencia se orquestaba este plan
perverso. Y es claro que el primer golpe bajo y sucio ya se asestó. Otro
dato es que se prepara un libro en contra del semanario Proceso,
el cual se está confeccionando en una editorial también española
asentada en México, en el mismo tono difamatorio del que circulará en
contra de Aristegui.
El autor de ese proyecto de libro se ha dado a la tarea de entrevistar a varios exreporteros de Proceso,
muchos de ellos resentidos, al parecer, con el semanario, quienes han
hablado de los problemas internos de la revista y de lo que saben
respecto de varios de sus actuales directivos.
Este también es otro golpe sucio. Proceso
es el semanario más crítico de México. Inquebrantable, su línea
editorial se ha mantenido firme a lo largo de 37 años, desde su
fundación en noviembre de 1976.
A lo largo de 20 años, Proceso
fue dirigida por don Julio Scherer García, el periodista más reconocido
por su larga trayectoria y por su trabajo crítico en contra del poder.
No cabe la menor duda de que a alguien (o a muchos) les pesa el trabajo de Aristegui y de Proceso,
dos espacios que la sociedad necesita para pensar, reflexionar y tomar
decisiones. A ningún gobierno le sirve una prensa aliada y servil. Ahí
está el caso Televisa, que se pudre por su falta de credibilidad.
Hoy la sociedad requiere más
que nunca de espacios de opinión y de información críticos. Que
cuestionen las decisiones del poder, los tropiezos de los gobernantes
que afectan los intereses de la sociedad toda.
Como ya se dijo, el
periodismo ni los periodistas somos perfectos porque somos humanos. Pero
quien le pega a un periodista y a un medio de comunicación que hace una
labor informativa transparente, le pega a la sociedad.
Siguen presentes las palabras de Aristegui en la entrevista que concedió a Variopinto en su edición No. 10: “Quien asesina a un periodista, mata el derecho de la sociedad a estar informada”.
Retomando esa frase de
Aristegui, bien podría decirse que quien golpea a un periodista y lo
difama, también mata ese derecho de la sociedad a estar informada.
Fuente:Revista Vario Pinto.
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