jueves, 19 de enero de 2017

Seis balazos por defender el bosque

Isidro Baldenegro

Isidro Baldenegro sabía que lo iban a matar. Probablemente a balazos, como hicieron con su padre en 1986, empeñado en preservar las tierras ancestrales de su comunidad tarahumara, un grupo indígena de Chihuahua (norte de México). Este domingo, el cuerpo de Baldenegro enfrentó hasta seis impactos de bala, según las autoridades. Había ido a esconderse a una casa remota de la sierra por las decenas de amenazas de muerte que había acumulado. El que recibiera en 2005 el prestigioso premio Goldman, ha sido asesinado brutalmente por defender el bosque. Es el segundo líder ecologista reconocido con el mismo galardón al que matan en menos de un año.

Desde que le arrebataran a su padre, Julio Baldenegro, cuando tenía sólo 20 años, tomó el testigo de su lucha y con ella el alto precio de ser ambientalista en uno de los países más peligrosos del mundo para esa misión. Se convirtió en uno de los activistas indígenas más reconocidos en América Latina, dedicado en cuerpo y alma a la lucha por la preservación de los bosques de pino y roble de la Sierra Madre Occidental. Férreo opositor de los intereses comerciales en la zona, denunció a empresarios por estar aliados con narcotraficantes y madereros y se acabó transformando en la piedra más molesta del zapato de los poderosos.

Y Chihuahua no es precisamente un lugar fácil para ese cometido. El Estado fronterizo resiste una guerra contra el narcotráfico que el Gobierno de Felipe Calderón emprendiera en 2006 y que ha continuado con el Ejecutivo de Peña Nieto. Los ambientalistas de la zona denuncian que la violencia se ha intensificado por este motivo y muchas familias indígenas han tenido que abandonar sus comunidades por las amenazas explícitas de quienes quisieron limpiar el bosque de árboles para plantar marihuana.